Lo que voy a contarles a continuación es probablemente uno de los episodios más tristes de mi vida y un poco la razón por la que me chupo el dedo, resulta que estábamos con R mi hermana y yo en Barranquilla, antecitos de encontrarnos con mi mamá en un viaje épico por la costa, atando cabos pienso que era el año 77 o por ahí, yo era la pequeña que tenía un chupo blanco colgado al cuello con un lacito, amaba mi chupo, en serio.
Esa noche, que había sido de algarabía y juegos en el frente de la casa mientras mis familiares paternos se mecían en el porche tomando la brisa de la tarde/noche, me convenció r de tirar a la calle mi chupo amado, porque yo ya era una niña grande, lo espichó un carro que hasta hace poco recordaba perfectamente, al dormir mas tarde, terminé chupándome el dedo y desde entonces hasta hoy, al principio para dormirme y luego ante la intromisión de la gente nunca lo voy a dejar, porque, lo tengo, pegado al cuerpo.
bueno, pero yo lo que quería era hablar del paro, recapitulo... esa noche fue toque de queda y lo recuerdo porque no se les dio la gana de llevarme a comprar un chupo nuevo, por andar viendo al presidente de entonces en una alocución hablando del toque de queda.
de ese primero al del viernes han pasado mil historias, pero sobre todo pasa este escrito por la indignante frustración que me aqueja con respecto a los niños del Caquetá, a los líderes sociales, al muchacho de la 19 con 4, a los propios soldados inconformes, tanto hubiera querido aprender a curar en vez de aprender a armar y desarmar un fusil el suicidado (como mi primo, que según decían jugaba a la ruleta rusa).
razones por las cuales he parado, he marchado, he caceroleado, pitado y bubuceleado, me aterra y me preocupa (más que nunca antes) la joyita de gobernante que nos ha tocado, cómo es posible que algunos la quieran justificar? somos humanos! todes, respeto y aceptación de las diferencias en paz... como los trasmilenios.
Esa noche, que había sido de algarabía y juegos en el frente de la casa mientras mis familiares paternos se mecían en el porche tomando la brisa de la tarde/noche, me convenció r de tirar a la calle mi chupo amado, porque yo ya era una niña grande, lo espichó un carro que hasta hace poco recordaba perfectamente, al dormir mas tarde, terminé chupándome el dedo y desde entonces hasta hoy, al principio para dormirme y luego ante la intromisión de la gente nunca lo voy a dejar, porque, lo tengo, pegado al cuerpo.
bueno, pero yo lo que quería era hablar del paro, recapitulo... esa noche fue toque de queda y lo recuerdo porque no se les dio la gana de llevarme a comprar un chupo nuevo, por andar viendo al presidente de entonces en una alocución hablando del toque de queda.
de ese primero al del viernes han pasado mil historias, pero sobre todo pasa este escrito por la indignante frustración que me aqueja con respecto a los niños del Caquetá, a los líderes sociales, al muchacho de la 19 con 4, a los propios soldados inconformes, tanto hubiera querido aprender a curar en vez de aprender a armar y desarmar un fusil el suicidado (como mi primo, que según decían jugaba a la ruleta rusa).
razones por las cuales he parado, he marchado, he caceroleado, pitado y bubuceleado, me aterra y me preocupa (más que nunca antes) la joyita de gobernante que nos ha tocado, cómo es posible que algunos la quieran justificar? somos humanos! todes, respeto y aceptación de las diferencias en paz... como los trasmilenios.
y por el paro, los temas importantes, las pensiones, el holding, el fraking, las aletas de los tiburones, las plantas en vía de extinción, los desfalcos, las triquiñuelas de decir algo por un lado y hacer lo contrario y luego hacerse el pendejo... en serio, muy paila.
Para terminar, me salí a la calle, con el parcero de ésta gesta,
que me incitó y terminamos juntos violando (yo sólo un rato) el toque de queda.