3 de mayo de 2020

La mañana del 3 del 5 del 20

Me despierta la mica pasadas las 4, lo escribo mientras a las 9:40 entra por la ventana la brisa que me llena de las mismas ganas de marras. Tengo puesta una camiseta sin mangas, misma con la que ayer M la hija de P me dijo que soy la osa que me vió en el brazo tatuada, yo sonreí, es cierto, lo tengo clarísimo, ¡que osa!

Construir la página me hace inmensamente feliz, saber como funciona y empezar desde 0 a hacerla realidad, morirme de mis furias sin sentido porque las cosas no pasan exactamente como yo querría, pero pasan y me acomodo, lo que me lleva a ser el día feliz que soy, que escribo, con miles de defectos, con el oso de ser yo misma todos estos días repetidos.

https://youtu.be/qYd0G4sRrw0

Lo que me recuerda a N; le mando, porque pienso en ella al verla en el facebook de alguien más: una zanfona; ella me regresa a Bad Bunny en la voz poeta de un hombre con aspecto de salsero de bar centruno; asumo en el silencio de la espera, que ella no me piensa nada, porque ya no escribe el mensaje de los buenos días, sospecho que aleja de sí mi ramplonería, esa que yo tanto amo y que tanto soy,  me deja cabezona porqué me responde con el hombre que tumbó un presidente cantando estribillos cortos y sosos, trasvestido, diciendo lo que importa, que respetes a la que perrea sola, que si ella quiere, te llama... yo respeto esa dama, aunque quiera besarle la cicatriz de la espalda.


https://youtu.be/GtSRKwDCaZM      copia y pega si quieres ver el video.

Leo las palabras que me invento en sus labios, las intenciones que siento frustradas con sus mensajes de tirabuzón y un poco en estado de naufragio me aferro a mi pequeño madero, una sonrisa tocando tambor, su bailecito en la última tarde de hamburguesa y cerveza, ah! esperar su salida sentada en el bolardo, y ésta mañana escuchar su voz en la receta del ajiaco.

Pasa un taxi, un señor camina en día de hombres impar por cuarentena, escucho el sonido de siempre cuando hay silencio, uno que otro carro por la avenida, el viento, un saco, el frío confundido en las ganas de conseguir 16 tornillos; de repente, suenan mensajes de la app de verde y tengo que pasarme a esa pantalla.

Es ella, con su ensalada, reforzando mis ganas de cadenas, de fustas, de ojos en seda; es ella con sus cervezas; es ella con su respuesta a la foto de mi cerro encapotado, todas a un tiempo, el presente, el pasado y el futuro.

Mientras tanto mi sonrisa pensando en la sopa de gentes que en domingo disfrutaba, visita a la tía, tantas veces aplazada esa llamada, tal vez mañana, si hoy no consigo crema de leche y alcaparras.

La del pasado, un siiii al perrastro y yo no puedo evitar devolverme a mi mano en su espalda la noche del balcón; hablamos de profundidades un buen rato, cuando ya tengo ganas de sanduche de queso crema y tomate; de bananos y fresas, de desayuno a la hora de su almuerzo, para evocarla radio garden mientras pelo papas, no conseguí las guascas, ni caminando el parqueadero en tapabocas.

Empiezo a bajar el whatspp para pasar las fotos directo y me sonrío en domingo, no importa que el tarrito se haya quedado donde la amiga que no llama, no importa esa prueba de vida de quitar de la mesa del comedor el porro y dejarlo sobre el escritorio de pensar, que será de mi motecito de queso.

Ya vendrán tiempos mejores.

La sandía y los aguacates

Hace años, cuando fui a visitar a mi hermana a Gotemburgo, me admiré de ver cuantas frutas y verduras eran importadas, en ese tiempo años 80...