8 de enero de 2007

polvos de aquellos

Debo decir, sin pena, que llevo meses si echarme un buen polvo, en esto influye enormemente que la dama se encuentre lejos y que yo, pasajera del tiempo, sea una mezcla de malos pensamientos y acción retardada.

La verdad es que vengo pensando en polvos desde que no me los echo y se me arreció el tema en éstos días, tal vez porque conversando con mi prima y su marido en la finca paradisíaca donde vimos amanecer el nuevo año me hablaron de los muchos polvos que se han echado juntos y separados.

Tal vez porque viendo a mi hermana y su marido, a los amigos otros que están de paseo por éstas tierras y en general pensando en las parejas de todo tipo que he conocido y que he conformado a lo largo de la vida, llego a la conclusión de que en eso consiste el meollo del asunto: en echárselos y en que se los echen a uno.

Empiezan los polvos con un pequeño gustillo, casi imperceptible tal vez, que se va desarrollando de acuerdo a la intensidad del fuego interior de ambos sujetos o sujetas y que culmina en los mejores casos, en reverendos orgasmos.

La seducción tiene siempre sus escaramuzas, se desarrolla con disimuladas palabras y gestos o con todo descaro que de serlo tanto, se vuelve imperceptible para otros.

Cada cual va encontrando su ritmo y finalmente los ritmos de ambos o ambas se encuentran en el lugar y el momento precisos y se produce la explosión.

Benditos los polvos, que nos trajeron a todos al mundo, los que me he echado y me han echado, los que extraño, los que anhelo, los que recuerdo con cariño y los que recuerdo con lujuria, por que claro, si hablamos de polvos la lujuria es reina.

Ese exquisito sabor de piel, ese gusto de hallar por ahí en el mundo a alguien que lo hace rico y más que hacerlo rico per se, lo hace rico con uno, que es la combinación maravillosa que hace de la tirada el fin último de conocer a alguien.

Muy en ésta mañana de sábado, en que el Internet no funciona y el post que escribo se queda en el limbo del portátil extraño como un putas los buenos polvos de mi dama y quiero que ya esté aquí y me lo haga.

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