11 de marzo de 2012

son casi las ocho am del once de marzo de dosmildoce

suenan de fondo los bayanes de mi mamá, ella siempre los deja puestos día y noche en la habitación diagonal a esta y que era mía en la infancia, los carros pasan por la avenida y los pajaritos cantan, asumo que en el parque vivirán; es costumbre de mi mamá, pnerles trozos de pan y arroz para que coman, costumbre que viene desde la abuelita, ponerle comida a las palomas, que la abuelita llamaba suritos, en el apartamento de santa fe hace mas de 30 años.

ayer fue mi cumpleaños numero 39, transcurrió muy distinto de todo lo que quise planear, fue triste que chucho no quisiera venir, pero sus malos recuerdos del año pasado le impidieron querer celebrar conmigo este año y terminé yo en la sala con las tías teniendo una buena tarde de sábado y durmiendo temprano, después de una noche rara del 9 al 10 de marzo.

empecé el día de mi cumpleaños este año con la entrada del mensaje del vendedor de bicicletas, un compañero de la universidad que me vendió mi primera bicicleta fabricada por la empresa de sus padres, ya para ese momento había recibido varios mensajes felicitándome, ahí fue cuando me di cuenta que había cambiado el día y era 10 de marzo, en ese momento estaba parqueada en una calle aledaña a un bar de mujeres en el restrepo, esperaba a que un grupo de rumberas saliera, para llevarlas luego a la primera de mayo...

en ese momento aún no había visto nada, solo pensaba en las paradojas de la vida, en ésta, amanecía mi cumpleaños transportando a la reina del pollo y su combo de excursión por los bares del submundo, el plan incluía, cena, visita al barrio santa fe, show de sexo en vivo, bar del restrepo, bar de la 1ro de mayo y desayuno en la 41.

yo me pase las paradas metida entre el carro, la mas entretenida fue al lado de una bomba de gasolina, frente a la cual había parqueados varios taxis, en esa esquina, yo estaba en el costado mas alejado del espectáculo, donde divisaba todo el panorama, la policía al fondo, a su lado, por toda la cuadra, parqueadero de taxistas, un grupo de chicas jóvenes se prostituian camimando de lado a lado la acera con relativo disimulo, mientras unas chicas menos agraciadas que las anteriores, pero mas o menos de su misma edad, vendían tintos a los taxistas frente a mi, había de todos, algunos haciendo reparaciones menores en sus cacharros, los parqueados haciendo visita frente a los carros algunos engallados, toda una vitrina amarilla.

cuando luna de las chicas levanto cliente, fue el show central de la madrugada de mi cumple, la chica en mensión conversaba con un joven bastante alicorado, cuando mostró los billetes ella lo atrincó contra  el enrejado de un comercio, mientras al mismo tiempo un motociclista orinaba la puerta del negocio contiguo, a mitad de cuadra y a ojos de todo el mundo. mientras las otras damas caminaban al rededor buscando los suyos, una negociación sin éxito entre una de ellas y el orinon, que ya había terminado su faena, mientras la policía en la esquina opuesta ni se fijaba en ellas, viendo el nudo de vicios de la avenida que incluía venta de sustancias y cosas de esas.

de cuando en cuando peleas de novias y reconciliaciones intensas... las tinteras recibiendo amarillos, la bomba, despachando, yo observando todo como en una película surealista, fumando, (nada de vicios cuando estoy trabajando) y pensando que cada noche tiene su encanto, que la mía, estaba siendo inolvidable...

al rato la pareja de chula y borracho había desaparecido del panorama, sólo segundos, donde estaban? cuando los encontré con los ojos, me quedé sorprendida, en un metidito del edificio a mi costado, mas cerca, estaban los encaramelados, ahora ella le hacía una manuela, allí a la vista de todos, la policía en el costado opuesto, prácticamente yo cubriéndolos con mi carro.

el del casco mirandolos  desde el mismo punto donde minutos antes ha orinado, al rato ya son dos chicas con el borracho, una lo besuquea, la otra le hace sexo oral, los taxistas observan, yo observo, suena de fondo reguetón y las luces de neón iluminan la escena, que de todos modos, es oscura, sordida...

me enfoco en un borracho joven, el sonido de su vómito me saca de la onda voyer, son las 2:14... pronto saldrán, vuelvo a dar una ojeada a la escena, justo cuando veo a la nena extraer del bolsillo del borracho el celular y metérselo en el culo, mientras lo chupetea... se ha cobrado el gusto con mas que un chorro de guaro.

viene su compañera, la que hace un rato le ha hecho sexo oral al muchacho e intercambian puestos, la ladrona se marcha, pausada, yo me enfoco en una discusión de cliente, taxista que parece alargarse, al rato vuelve la lisa, suena el tel, tengo que ir a recogerlas.

ya en casa me enfrasco en la serie de los malos buenos, son las 4 pasadas cuando apago la luz.

6:30 suena el citófono, me despiertan, mi mamá ha dejado las luces de su carro prendidas, aún no ha entrado al apto, espero descalza mirando por la ventana, el día pinta frio, entra mi madre, le digo lo de las luces, me besa de cumple, subo a seguir durmiendo, no por mucho, a las 8 recojo coreanos, pasa la mañana en el laburo, haciendo visita con la amiga y el condu que me hace reir con sus cuentos de viajes.

salen y en mi ruta no se regresa ninguno, vuelvo a casa temprano, de una a dos me doy motoso, cuando bajo ya esta aquí la tía lucita, quien ha venido de echarle un ojito a su casa del centro (ahora vive por el cardio infantil), poco a poco van llegando los otros y nos contamos historias, nuevas y repetidas de familia y amigos cercanos.

nos sentamos a manteles y justo en la apagada de la vela suena el tel, para que haya risa de los presentes, dejo que suene, nada es mas importante que pedir el deseo, todo en orden, lo he pedido, como todos los años... visita y visita, al final se van como a las 8 con sus paquetitos de aluminio en las manos.

yo me despido de piedi y me encierro, leo hasta el sueño, suena el tel, contesto, es ella, le pregunto si me ama, dice que ya se yo que así es... hace diiitas que no hablamos, pero ya la extrañaba, no me importa haberle dicho que se vaya, quiero que siga ahí, como siempre... le digo que la amo, me cuenta sus cosas, le cuento las mías del día, vuelvo a preguntarle, vuelve a decirme que si, que sí, en gracia exasperada, cuelgo, me doy vuelta, amanece hoy, ya tengo 39 y sonrío, ni camping, ni rumba, ni amigos, ni mierda... yo, sigo siendo un día feliz.


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