16 de febrero de 2008

El Baile de los que sobran

Lo sabe mi parce quien siempre lee, que ésta ha sido una de las canciones favoritas de mi vida, justo cuando en tarde lluviosa y fría de sábado, me siento al bicho empezando a escribir una novela de lesbianas, suenan los prisioneros y fluyen las letras ochenteras, sonrío.

Parece que no es éste año el de mi muerte, al menos eso dice mi madre que ha vuelto de la India con su aire purificado y su nuevo jarabe de plantas antitos; Buenas noticias: me ha tocado teta buena y mala con empeño y al final ha sonreído, estoy muy mejorada, claro con ojo penetrante me ha preguntado si he hecho trampa y yo recorriendo los recovecos de la memoria, he confesado las cervezas.

Me resulta tan difícil ser absolutamente abstinente en este caso; se y entiendo que la salud es mejor preservarla, pero al saber a mi madre imbatible me doy ciertas licencias que ella claramente se niega a soportar… veremos cómo evoluciona este punto, pero me siento confiada… ahora soy más resistente a las tentaciones.

Me he perdido la mega rumba de principio del año por estar convaleciente de los pinchazos que sobrevinieron al examen físico, pero no me sentía de cuerpo para tanto voltaje, entonces, mejor en casa y arrunchada con la piernipeluda que dolorida en una sillita alta del bar mirando pasar pasados y futuros.

Empieza a escampar y mi alma patiperra busca la calle… billar, cine, regreso a casa temprano y sonriente, espero.

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