7 de febrero de 2008

El bicho, la marcha y la tos malvada

El lunes me levanté temprano con todo y que el bicho seguía muerto y con diagnóstico reservado; en medio del desespero de verlo allí, inerte (claro una lo prendía y el encendía y apagaba sus bombillitas roja y verde, llegaba a Windows y cuando le decía dale, se hacía el que iba a empezar y ñanga ñanga… ni mier pal perro, el escritorio vacío)… le pedí a una chica distinta a mi bill gates que lo revisara la semana pasada y palabras más palabras menos dijo que había que comprar un disco duro nuevo y que lo que siempre había sido ya no sería más, porque el virus era un espía huidizo que destruía los DLL, que son los archivos de las funciones básicas y bla, bla, bla.

Así que me resigne a esperar al guapo para que dijera que el muerto se putea, pero no esta muerto y que todo era cuestión de sus pases mágicos de genio cibernético (sigue él con el bicho y la cosa no está fácil según dijo vía móvil hoy a las 10 am, pero asegura poderlo curar, yo espero… ya es jueves).

Dijo el tigre que el lunes post marcha venía y solventaba, así que yo, convencida del futuro mejor para el bicho, me fui madrugada a la caminada con la piernipeluda para evitar los tumultos marchistas, no quería marchar por aquello de los motivos que convocaban a la masa y aunque claramente ya ha pasado el tiempo de las reflexiones marchistas lo digo anyway, si hubiese sido por libérenlos ya, o en contra de todas las violencias, allí hubiese estado la primera; pero pretender que el autonombrado ejercito del pueblo es el único factor contra la paz en Colombia, es querer tapar el sol con el dedo gordo, y me niego a semejante ceguera.

Llegó el martes el dios del bit, ya que por culpa de los trancotes varios no arribo el lunes, y aunque lo intentó un rato mientras hablábamos de las maravillas financieras del DMG el bicho siguió puteado así que se lo llevó para hacer pruebas especializadas en su casa… sigue siendo jueves.

Paralelo al drama del bicho he sufrido ya por varias semanas de una tos malvada de la cual he comentado, que me recuerda las muchas veces que he sufrido del mal, he hecho todo tipo de remedios caseros varios y he retomado los de la abuelita, como cuando niña me ungía en vicvaporub y me envolvía en cobijas y mantas para que en medio de un sueño/sudado reparador me curara del molesto mal del cof, cof.

Sigo enferma aún cuando mi madre antes de irse de viaje me dibujara con la aguja un chaleco de pinchazos para estimularme los pulmones a que funcionen mejor; se fue preocupada la progenitora y aquí una noticia buena y una mala, pues entre los pinchazos me hizo uno linfático y desde entonces no siento ni bola, ni gusano, así que podría ser que me he salvado del cáncer mamario, pero lo de la tos se acerca a tuberculosis, según el invitado del martes al programa de radio.

Así las cosas, me cubro como si en el polo estuviera, la dama me pide que la deje morir primero en medio de mis ahogadas conversaciones con ella, mientras le cuento que mi madre ha dicho que el cáncer de pulmón además de doloroso, angustia; porque claro, no poder respirar es jarto, pero mata rápido, así que die young sounds perfect for me.

Ahora me encuentro en el Internet de la video tienda, no tengo trabajo y me siento como un pingüino por la pinta que uso en contra del viento, boto flemas hasta por las orejas y me anima el hecho de pensar en NY para abril y ver a la dama antes de morir, Dios muy amablemente me dejó sin bicho cuando andaba sin trabajo (mejor que cuando tuviera para que se me calmaran los nervios) y la vida sigue en una tarde de febrero.

Cof, cof, me voy a casa a ver tv y a completar la leída del segundo libro del año, un besito y un abrazo hasta el regreso del bicho (espero).

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