6 de septiembre de 2013

sentarse o no sentarse, allí está el dilema

y voy a la reunión obligatoria con el espíritu alborotado y no me dejan sentar y todo se convierte en una bola gigante, presentaré mi renuncia, puede ser que la acepten, puede ser que no... lo cierto es que al fin el tono me ha ocasionado un problema serio... hay que saber decir las cosas, porque yo, la que me ahogaba en un vaso de agua y por lo mismo se quedaba sin voz, esta vez decidió que no se deja y que pase lo que haya de pasar.
todo viene por bien y a eso me atengo...  porque yo soy el día feliz.

No hay comentarios.:

La sandía y los aguacates

Hace años, cuando fui a visitar a mi hermana a Gotemburgo, me admiré de ver cuantas frutas y verduras eran importadas, en ese tiempo años 80...