1 de febrero de 2015

otra punzada

Me acuerdo de pava en un abrazo el día del concierto de Gwen, cuando me dolía la espalda, no me daba uno de éste porte desde el pueblito al lado de Silvania, ese quedarme a media espalda y caminar como viejito prostático... dos ibuprofenos de 800 y cedió bastante, consejo de mi amada chu, que sigue por allá lejos, me pasé el día en cama medio viendo tele, medio durmiendo, medio fijando a medias la medida del dolor, su peso, su tamaño en mi cuerpo, como toda la fuerza se va al estómago y se pierde al momento de querer pararme, mi madre no ha dado señales de vida y quiera Dios que no le duela mucho lo que le viene pierna arriba... porque esto no es nada y si no es nada, como será lo que le toque a ella, toco madera.

me he limitado a pensarla, a releerla a sopesar cada momento, a dar vueltas, me he limitado y me limito a seguir en el letargo sordo de los años sin paciencia, en que aprendo y me dejo llevar, en que me tengo y al fin me sostengo, me diluyo y me escurro... me pierdo y me encuentro.

soy yo, soy un día feliz, soy cada mañana de sonrisa, cada beso apasionado, cada mujer a la que he amado, a la que amo, se prenden y se apagan las luces, suenan puertas, suenan dedos sobre las teclas... las teclas de esa mujer, el sabor de su pezón en mi boca, dice la reina que el dolor es del miedo y yo que considero que no temo, me pierdo y pienso en cada punzada, en cada punzada que recuerdo, desde k hasta el viernes madrugando, la decisión, martillar el marrano, estornudo y ya resisto, creo que he salido victoriosa de este impasse.


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