Creo que lo he dicho unas mil veces y me faltan unas mil mas
antes de que me canse de decirlo; viajé por primera vez a la India hace mas de
15 años, lo hice al Ashram de mi amado maestro Sant Ji quien amorosamente me
dio la oportunidad de realizar en varias oportunidades ese viaje sagrado.
De los tiempos de 12 horas de bus viendo por la ventana un
país fascinante y desconocido al vaiven de las caderas campesinas a hoy, las
cosas han cambiado enormemente y sin embargo siguen siendo iguales, yo he
cambiado mucho, ya no soy la misma niña que se desvivía por servir a los demás
y más como me llamo mi amiga s cuando me senté en la línea de servicio de la
comida, soy un hongo por ahí sentado, que trata de no relacionarse demasiado
con las demás personas para no amargarse la vida.
Pero este post se llama el ultimo chapatti y voy a hablar de
eso, mientras espero en una centralita del aeropuerto de Houston a que este
aparato se vuelva a cargar (va en el 24 %), siempre he sido una persona jodida
para comer, sobre todo me molesta sobre manera la gente que no me permite tomar
una segunda porción, me encanta repetir o me deja sin la última papa…
El caso es que me pasé el programa saltándome el almuerzo,
como un modo de mantener mi estómago medio en ambiente para meditar de manera
medianamente decente, pero ya que era el último día y nos habían pedido bajar
las maletas a las 5, asumí tontamente que no habría cena y mi estómago que
parece una matraca, se decidió por lunch.
Me hice al final de la línea y recibí mi plato de acero, mis
dos vasos, el de la sopa y el del agua, mi cuchara y mi servilleta, mientras
esperaba el paso de los sevadares con sus viandas respectivas, cuando vino la
primera sevadar (quienes se encargan de servir desinteresadamente a los otros
discípulos, para que estos puedan asistir al programa confortablemente, yo
solía ser una en mi infancia, juventud, primera adultés, 2003 y de vez en
cuando algo de ello me queda y ayudo a poner las cintas de los viajeros de las
9 pm, por ejemplo) volviendo al tema… me puso 1 chapatti, yo, como suelo, le
pedí el segundo en medio de sonrisas y a diferencia de otros sevadares, me dijo
que no me lo daba, que tenía pocos, el brillo de la ira apareció en mis ojos y
le dije, conociendo de antemano la regla, - no hay problema, si quieres puedes
llevarte este, ella me dijo – no, no puedo hacer eso y paso seguido, se paso a
la línea del frente y le dio a otro discípulo dos mas.
El ojo se me aguo de la rabia, sobre todo porque ya otro par
de hechos me habían hecho pensar que no importa cuantos años llevemos en el
bendito camino, seguimos resbalando por culpa de las mismas piedras e
infortunadamente son los del ejemplo, quienes menos lo damos (tranqui lector,
ahora cuento uno de los otros dramas, o de pronto ambos) cuando mi madre llegó
a mi lado, le dije amargamente que ya tenía la conclusión del programa y que no
era la mejor.
“Si hemos de juzgar a los Maestros por sus discípulos mas me
valdría nunca haberme iniciado”, trató ella, como es de bella, de dorar la
píldora, diciéndome que mas que los discípulos eran las discípulas, las que le
dábamos mal nombre al amado con nuestros roces, a lo que asentí, (mis
incidentes habían sido con iniciadas de Kirpal, de Ajaib y de Sadhu)… luego me
salió ella con la homofobada, de – bueno, los hombres homosexuales también son
un poco mañosos como las mujeres, no se como sean las lesbianas.
Yo me mordí el labio sabiendo que mi madre entre chiste y
chanza siempre sale con puntaditas parecidas y a la primera oportunidad le
solté el veneno de – claro, como las maricas, no recuerdo por que comentario
suyo, a lo que me dijo que no me fuera por ese camino, porque me iba a hacer
heterofoba… atrevida mi madre, pero bueno, paso párrafo.
Se me alarga el post y no llego a la pata de la silla, lo
que me lleva al segundo incidente, el de los puestos de adelante, en que una
persona se sienta a meditar temprano y tan pronto se para al baño llega otra y
le birla el puesto, lo que pasó a mis ojos, las implicadas, cuasi se sacaron
los ojos y yo ofendida le dije a la agresora, la ley es esa, el que medita el
puesto, se lo gana, graciosamente defendía a una archi arpía venezolana, que
prefirió amistarse con la otra que conmigo, es la vida del hongo, pensé.
Paso el día y a la mañana siguiente fui yo la sentada en el
puesto de la discordia, para ello escogí una silla gris que desde el principio
me pareció como enclenca, pero luego de dos horas de removerme tratando de
hacer la tarea de meditar, me fui de hombro contra el planeta, se le partió una
de las patas traseras a la silla en la que estaba sentada.
Karma? Destino? Reflexión de último día de programa? el caso
es que me pasé la mañana pensando en los que toda la vida caen en el mismo
rollo y la tarde lagrimeando por el incidente del chapatti, ya a punto de irme
a bañar, me asome de mi litera y le dije a mi madre que en mi rato de sollozos
había encontrado hombres que también me habían hecho pensar en el tema del
discipulado díscolo… no somos solos los maricas, le dije, se rió y quedamos
amigas.
Dejada la maleta en el garaje a las 5, sonó la campana,
había cena, baje muy juiciosa, y allí me esperaba la silla de la mañana, le
habían cortado las otras 3 patas y ahora servía en una mejor ubicación del
salón, adelante, me dio risa, el Maestro sabe como hace sus cosas, la
conclusión cambió.
De primera fila de atrás, la silla sin patas paso adelante,
toda mala situación es susceptible de cambiar para bien, como la silla que de
atrás, se pasó para adelante. Con el 81% de la batería llena, me sonrío, han
llegado un japonés y su mujer a cargar el celu, yo estoy a por irme a buscar
papitas y cocacola, porque hoy es un día feliz y vuelvo a casa.