28 de enero de 2008

El consolador, ese viejo amigo

Me encontré esto por allí y me pareció apenas para el lunes... besitos lector@s

¿Cuál es el misterio?

Desde épocas muy lejanas, los seres humanos han echado mano,
literalmente, de los juguetes sexuales, y no propiamente para
tenerlos de adorno. Nada de eso: son para proveer placer y gozar más
de una función tan natural como comer o dormir. Así que no se
escandalice.

Aunque en público estos adminículos conservan una reputación sórdida,
en privado son cada vez más aceptados. Obviamente, las cosas no se
llaman por su nombre y, a punta de eufemismos, la gente mojigata
confunde y desinforma sobre ellos.

Es el caso de una lectora que me pregunta, ¿qué es un dildo? Pues
bien, le respondo con simpleza: es un consolador y, si quiere, un
vibrador.

La palabreja, que se usa desde el siglo XVI, se deriva, al parecer,
de diletto, que en italiano significa placer.

Ni se les ocurra pensar que estos amigos son un invento de la
sociedad de consumo actual. Ya en la Grecia antigua las mujeres
acudían a sustitutos hechos de madera, y hace más de 1.000 años las
laboriosas asiáticas fabricaban sus juguetes con boñiga de camello
recubierta por una resina resistente.

Por si fuera poco, la imagen del dildo aparece en la historia como
elemento decorativo en las celebraciones relacionadas con las
cosechas, y por allá en 1955 unos arqueólogos encontraron elementos
fálicos que, al parecer, datan de la Edad de Bronce, es decir unos
4.000 años antes de Cristo.

Con tanta historia, ¿por qué el tabú?

Pues bien, el dildo de hoy es el vibrador. Curiosamente aparece como
instrumento médico para tratar la histeria que a finales del siglo
XVIII se pensaba que resultaba de la frustración sexual. El remedio
hizo que en la época victoriana las señoras pidieran citas seguidas
para obtener el placer que no recibían en sus camas.

Con la llegada de la electricidad su uso se popularizó tanto que el
vibrador fue el quinto artículo para el hogar en ser electrificado;
como era obvio, las señoras consideraban más rico consolarse, por lo
que el aparatejo apareció 10 años antes que la plancha.

Las innovaciones en el diseño y en la función han hecho que el
vibrador sea un elemento más de la dotación femenina.

¡Ah! Y sus ventajas son infinitas: complementa el placer en pareja o
lo sustituye. Además, no hace escenas de celos, siempre está listo,
no hay que rogarle, bien usado no representa riesgo y no se queda
dormido. Y aunque no hay como un buen hombre, por su historia y gran
ayuda, ¡que viva el consolador! Hasta luego.

OPINIÓN
ESTHER BALAC
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
estherbalac@yahoo.es

No hay comentarios.:

La sandía y los aguacates

Hace años, cuando fui a visitar a mi hermana a Gotemburgo, me admiré de ver cuantas frutas y verduras eran importadas, en ese tiempo años 80...