17 de octubre de 2007

Silvestreando

Llegó el compadre a casa de la yayita y nos enteramos del chisme, que las boletas las vendían en la casa granadina (que es el shooping center de turmequé city) que el concierto empezaba a las 2 pm y que de pronto no llovía.

La cuestión de que empezara a las 2 era falsa, llegamos a la plaza de toros (la cordobesa, que me recordó a mi chu) y a penas instalaban el sonido, entraba gente, pero la cosa se veía bastante cruda entonces nos regresamos a casa.

Fuimos a almorzar y regresamos casi a las 4 cuando ponían las luces, entramos y la crema y nata estaba en la arena, hice visita con un borrachito de lo más simpático que en su cuento me invitaba a bailar y me brindaba whiskeys.



Empezó la lluvia y con ella llegó una cantante ranchera que cacareaba bastante mal, tenía más oído un pie, luego entro el rey de los mariachis que rifaba botellas de aguardiente para amenizar la tarde y muy populachero se bajó a cantarle de cerquita a los de las graderías de boleta barata.

Yo me mojé como en mis mejores tiempos de November Rain, porque lo de la amainada de la lluvia también era falso… empezó a circular el guaro y yo muy pegada en mi decisión solo aceptaba los whiskeys del borrachito que terminó sentado en las gradas con su amiga luego de que lo dejara solo por andar cogiéndome la teta al bailar.

Al punto de las 7 llegó al fin el cantante, y la espera se volvió fiesta, no me sabía las letras, pero estoy segura de que era la más entusiasta de las fans, cuando la nena con la que íbamos vio a su amigo en la tarima y muy campante se fue para allá.



Allí me entró la obsesión de foto para el post que escribo, y terminé trepada por entre los tendidos y subida en la tarima, me las baile todas y los músicos se deleitaban al verme contonear con mi poco esbelta figura, tocaban los instrumentos con mas gusto cuando les hacía carantoñas, estoy segura.

Llegó al fin la canción por la cual había ido al concierto en primer lugar “Esa indiferencia tuya, es la que me domina…” casi se me sale el corazón de la emoción y me sentí curada porque a nadie llame, era mi propia rumba, ya no tiene que ver con nadie mi amor por el juglar de costa…



Lo esperé junto a la escalera y lo acompañe hasta el carro, me mandó un beso de despedida y me emocioné tanto que terminé en pique corriendo detrás de la comitiva.



Saludos desde aquí al compañero de juerga, al personero, al candidato de la contaminación visual, a la compinche que me dio posada y a la amiga que se largó en la noche a cumplirle al taita.

La rumba apenas empezaba, terminé de verbena popular…

(continuará)

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