15 de agosto de 2007

al fin, el fin

Bueno, es difícil, llegar a un día cualquiera de la vida y descubrir que el amor no es el mismo que fue siempre, que la vida a que estaban acostumbrados ya no les saca de quicio los zapatos.

No le importaban ni el cielo, ni las estrellas, ni los días de café en la escuela, no le había importado nunca nada desde que la había conocido, ahora era famosa, la gente pagaba para ver sus películas de mujer feminista hacía y en los periódicos sacaban la crítica de sus obras, ahora ella escogía el reparto y hasta escribía el guión, pero nada importaba, por que desde siempre Marcela había sido el tema y cuando creía que se había ido para siempre, la había dejado sola en una ciudad que ni siquiera le gustaba.

¿Cómo la había dejado? Cómo había sido capaz de cambiar la fortuna por el amor, ¿es que acaso ahora era feliz? No, y no lo era más que siempre, no lo era por que la había visto y su corazón había vuelto a estar en todos lados, pero no importaba, porque Marcela no quería nada con ella, porque la había llamado juglar de feria, por que ya ni sabía como conquistarla, por que ya no sabía ni dónde hallarla.

Deja entonces la habitación del hotel y se jura mil veces que no volverá nunca, seguirá con su vida y olvidará el amor...

Ya no había nada que hacer, se había casado, había dejado sus prejuicios y se había casado con la seguridad, Daniel había aceptado, no había puesto condiciones, le había preguntado si lo amaba y ella había sido sincera.

Ahora veía en su mano el anillo al escribir sus reportes en el computador, y se sonreía a si misma, era sencillo, seguir la vida como siempre, pensando que Clara nunca más volvería a su vida, la dejaba a un lado, la tapaba con el cemento de la existencia en común con un hombre que decía la amaba.

Su pijama siempre había sido de cuadraditos, y le gustaba ver la televisión acostada y con el control en la mano, se sabía la programación completa desde que era un niña, empezaba con los aeróbicos de la mañana y no la dejaba hasta el himno nacional e incluso lo sobrepasaba cuando veía alguna película en el canal rentado de algún país extranjero.

Seguía viviendo sola, seguía ganando mucho dinero y seguía bañándose en la piscina para decidir que escena seguiría a la que estaba rodando; locaciones, vestuarios, todo le ocupaba la mente, pero cuando se ponía la pijama de cuadritos inmediatamente lo olvidaba todo y pensaba en ella... si tan sólo hubiesen seguido...

Hoy, después de tantos años se estrena su película estrella, la que al fin la dejará vivir en paz con sus recuerdos, nunca se casó, pero su casa conserva un orden impecable, tiene una colección de todos los objetos que se coleccionan y camina despacio por sus problemas de espalda, pero no importa, hoy es la última escena de una película que nunca fue, y quiere estar presente, firme frente al cañón.

Se sienta en la penumbra del teatro casi en la silla del último rincón, quiere salir primero y esperar paciente a que salgan todos, pero se deja llevar por las imágenes, ha sido todo tan bello, el paisaje, la gente, los dedos, las manos, todo tan vivido que siente como si hubiera sido parte de todo desde muy adentro.

Al ver los créditos de quien dirige y quien actúa se levanta y al salir por el pasillo allí la encuentra, se miran y ya no son ni lo borroso de la foto de hace años, las canas, las arrugas, invaden toda parte de cuerpo posible, pero no importa, los dedos en unas manos rugosas se entrelazan y van a terminar lo que comenzó hace tanto tiempo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Finales felices ...
claro que existen.

" Bonita Historia muy Bonita "

La sandía y los aguacates

Hace años, cuando fui a visitar a mi hermana a Gotemburgo, me admiré de ver cuantas frutas y verduras eran importadas, en ese tiempo años 80...